martes, 6 de mayo de 2008

En la biblioteca lloro

En el día de la bibliotecaria


En la biblioteca lloro
con un libro entre las manos
en tan grandes desamparos
he cantado yo a coro
esas páginas devoro
su tristeza me conmueve
es su hija la que muere
esta pena es muy re vieja
el amor que se te aleja
y el abrazo que no puede.


Que no puede terminar
de abrazar lo bien amado
en el pecho es un helado
hueco sin determinar
sin principio ni final
te corroe las entrañas
por adentro unas arañas
te recuerdan tu dolida
permanente, fiel herida
ésa con la que no engañas.


Que no engaño más a nadie
ni m’engaño yo a mí misma
he perdido ya el carisma
no me pidas que me calle
en la oscura bocacalle
en que cruzas mi camino
yo no creo en el destino
esta muerte me convierte
en la pájara inminente
d’este bravo desatino.


Desatino bien fatal
es la página q’escribo
alimento así yo al vivo
fantasgórico mortal
que me toca a mí letal
en el centro jubiloso
que alimenta el amoroso
caudaloso invernadero
con un golpe bien certero
pierdomé en lo pavoroso.


Lloro lágrimas de hija
lloro lágrimas de madre
por si acaso yo defraude
hago pronta mi valija
giro presta mi sortija
sortilegio que me lleve
por un viaje algo más leve
hoy no quiero empantanarme
más bien quiero refrescarme
con deseo que se atreve.


Es curioso cómo un libro
deflagrando va mis sones
aunque sean otros dones
de la pena no me libro
aunque apenas yo calibro
los sentidos d’este cuento
en mis células yo aviento
emociones encontradas
¿las viví como si nada?
hoy de mucho me arrepiento.


Me arrepiento y me censuro
del abrazo intermitente
si confío yo en la gente
¿viene de dónde este apuro?
no lo sé, yo te aseguro
hoy me siento confundida
entre páginas perdida
casi sin poder leer
pues no puedo yo bien ver
por las lágrimas vertidas.


Pasa el tiempo fuera mío
soy yo una con el texto
tengo yo muy buen pretexto
pa nadar con desvarío
muy segura cruzo el río
del papel y de la tinta
de tristeza voy encinta
la leyenda me lo exige
mi lectura no corrige
la primera ni la quinta.


No levanto la cabeza
me zambullo en el relato
así pasa pronto el rato
soy del tronco la corteza
los niños bajo la mesa
me recuerdan del recreo
yo los miro, más no veo
sino lazos furibundos
los amantes d’este mundo
en frugales devaneos.


Seria la bibliotecaria
miramé tras sus anteojos
ante sí están mis despojos
mi pesar y mi urticaria
he encontrado la gregaria
sed de amor y por un rato
lloro por el campeonato
este libro me desviste
me remueve y si persiste
maullaré yo como un gato.


Pero luego suena el timbre
vuelve el libro a su anaquel
he dejado yo que aquel
historial a mí me cimbre
tejo mi latir con mimbre
presurosa al patio voy
donde bailaremos hoy
con las niñas y los niños
con amor haremos piños
es la música que doy.


Así olvido unos instantes
aquel viaje de lectura
por la piedra y la ternura
que me lleva en las constantes
percepciones que in fraganti
descascaran la reseca
superficie algo culeca
esperanza ensoñación
cuando llena d’emoción
lloro en la biblioteca.


carmen durán








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