sábado, 27 de octubre de 2007

Al sur la Bárbara y yo

A Valdivia de improviso
voy con mi morral al hombro
aún no salgo de mi asombro
por tan repentino aviso.
Ropa gruesa yo preciso
el frío me desalienta
me demacra, no me asienta
triste y mustia yo me pongo
como una negra del Congo
transida en una tormenta.

¿En que rima habrá quedado
mi amiga límbica alada?
en mi se calcó la nada
en este bus desolado.
Un notebook pedí prestado
pero aquí wi-fi no tengo
yo no sé para qué vengo
a esta ciudad lejana
sin el canto de mi hermana
quedará mi verso rengo.

El camino corre inquieto
contrario de mi ventana
y allá a lo lejos emana
un cordón de cerros quietos.
Mi perspectiva en aprieto
no me da un punto final
me coge un verde vital
ya no sé si vengo o voy
me detengo en lo que soy
en un encuentro frontal.

Inútil cerrar los ojos
igual yo veo los valles
y en mi todos los detalles
se van quedando a su antojo.
Ante el sur caigo de hinojos
ante los verdes deliro
me voy volviendo un suspiro
es sublime esta belleza
¡pero qué delicadeza
hay en cada flor que miro!

De Loncoche ya he salido
el verde no se termina
y el Fío de una colina
me saluda distinguido.
Imagino que hay un nido
lleno de crías cantando
veo tu mano llamando
desde aquella vieja roca
e imagino que tu boca
entra en la mía buscando.

Buscando mi lengua loca
de carne dulce y rosada
que te entregará mojada
la pasión que te provoca.
Tanta entrega siempre es poca
cuando se trata de ti
ven a visitarme aquí
donde se baña la luna
ven desnúdame a la una
que a las dos muero ¡ay de mí!

Aquí estoy en Melillanca
durmiendo como lirona
soñando que voy bribona
en un potro recio al anca.
La noche que pronto arranca
me deja la luz del día
me trepo por su porfía
para descubrir su plan
me deslizo por su afán
sin ninguna fantasía.

De pronto en un escalado
se transforma el universo
la epifanía del verso
se paró junto a mi lado.
Un grito en sol ha estallado
justo al centro de la vida
y recibo agradecida
este mágico regalo
que en mis brazos acamalo
exultada, conmovida.

Al sur la Bárbara y yo
nos fuimos por la corriente
de un refrescante torrente
que la memoria pintó.
Valdivia se transformó
en la Última Frontera
que cruzaron las viajeras
para encontrar su amistad
intacta en una ciudad
al sur de una primavera. (cv)

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