lunes, 29 de octubre de 2007

De los campos y los montes


Quiñe
De los campos y los montes
he venido sigilosa
volando cual mariposa
aleteando cual sinsonte,
atrás quedó mi horizonte
cuando un día de mañana
emprendí con pocas ganas
el sendero entre los hualles,
que apartó cada detalle
de mi vida ya lejana.

Epu
Millaray yo fui nombrada,
significa flor de oro,
para mi es un tesoro
en mi lengua ser llamada,
¡si tú vieras mi mirada!
notarías en mis ojos,
el color de los abrojos
que en los surcos yo quité,
después que el campo segué,
caminando entre el rastrojo.

Quila
Temprano me levantaba,
cuando el sol aún dormía,
al riachuelo dirigía
mis pasos de madrugada,
en busca del agua helada
que corría allá en el huerto,
el arroyo soñoliento
me brindaba sus delicias,
y con heladas caricias
dejaba mi ser despierto.

Meli
Cuando ya clareaba el día
las verduras yo regaba,
las aves alimentaba,
los quehaceres emprendía,
la jornada incluía
pastar también los corderos,
que cuidé yo con esmero
en las tardes invernales,
cuando cae agua a raudales
como el cauce de un estero.

Quechu
Kofke, trapi, poñi, muday
sus sabores yo recuerdo,
la cocina en el invierno
cobijando de un cuanto hay,
el aroma del quillay
amontonado en la ruca,
vecino de la trutruca
que fabricara mi padre,
junto a su telar mi madre
con su añuñuy me acurruca.

Cayu
Turru ñawé me decía
mi padre con gran ternura,
y como fruta madura
su beso él me ofrecía,
cada vez que yo podía
a su lado caminaba,
cuando su paso tomaba
la senda hacia la montaña,
a la ruca en que mi ñaña
con mi abuelo habitaba.

Regle
En el coigüe, en su corteza,
los digüeñes encontraba,
murtilla y nalcas buscaba
cuidadosa y con presteza,
corriendo con ligereza
entre montes de avellanos,
llevando entre mis manos
de maqui algunos puñados,
en ese tiempo ensoñado
¡ay!, y ahora tan lejano.

(M. Ch.)

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